Dramas y quebraderos de los vuelos nocturnos de mariposas

El sueño es vida

En la tempestad de las noches de domingo, solo la vigilia le salvará. El capitán de su cama se siente arrastrar por un océano de sábanas cuando, con la indeleble tinta del sudor frío, la angustia se le dibuja en el pecho. Las almas, viejas y jóvenes, se fugan errantes por los poros y no hay gritos ahogados que las hagan volver. Aún no. Con las sangrientas enredaderas de sus pupilas pretende atar la suya, impedirle volar a los teatros del humo, tenerla para siempre consigo, pero ya resuenan fuerte los tambores de la memoria. La mortaja de la noche ya le ha atrapado, la arena le pesa en los párpados, la brea le ahoga y desciende lentamente hasta las marismas del sueño.

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Sueña que es una mariposa, que en sus alas de cristal templado se desvanecen todos sus reflejos y revolotea en los jardines de la añoranza. Y es feliz porque nada puede atraparla, porque bailan para ella los claveles, porque juegan las nubes a adivinar su forma, porque su sombra está hecha de luz nítida... Vuela hasta donde viajan los pájaros sin alas, dejando atrás la piel muerta de su capullo. Por fin es lo que nunca fue, lo que siempre ha sido. Por eso, lejos de asustarse por el fuego de la luna, se adentró en los humos de plata, rumbo a los sueños rotos, perdidos, ajenos y también un poco suyos.

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Crecen rosas en las ruinas de las utopías, y se posa en ellas para ver como los amantes que nunca se conocieron pasan sus vidas, escondidos en bosques amarillos. Nadie puede verlos allí, solo la mariposa. El veneno de la nostalgia hace que vuelva a emprender su vuelo para ver, desde las alturas, los triunfos de las esperanzas fútiles, la verdad de la poesía, la belleza que no se marchita, la vergüenza de la lujuria, la mentira de la verdad. Todo es posible en las infinitas tierras del Sueño. No hay aquí relojes que marquen horas perdidas, sueño y tiempo son uno y ninguno. Aquí brindan con licores de arrepentimiento los amigos ausentes, de sus tumbas de topacio vuelven los niños perdidos, tocan carne todos los besos y se hacen mármol las palabras del viento. Aquí todos son y nadie es. Y él es una mariposa que sigue a los jilgueros de nieve hacia el Corazón del Sueño. Allí está la respuesta.

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"En los sueños todo se siente y nada se sabe" piensa al ver al pintor ciego acuchillar el lienzo con puñales de la aurora. No debe detenerse, por tentador que sea. Es dueña de todos los caminos, de todas las encrucijadas. Pasando la hoguera de las cartas de amor quemadas, tras las columnas de ceniza, ve a la niña efímera bailar con el padre que no tuvo. Él la aprieta contra su pecho vacío y ella deja caer los breves pétalos de su vestido. La niebla los envuelve en su abrazo y la mariposa escapa, todo es breve en los buenos sueños y eterno en los terribles. Flota alrededor de los veleros naufragados ante las estatuas de las nueve musas hasta llegar, entre otras almas peregrinas, al Corazón del Sueño.

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El Corazón del Sueño duele como el desgarro de una lira. A su entrada, dos enormes quimeras devoran a los hombres desafinados, a las mujeres de espíritus grises, a los viejos de ojos verdes, a los niños ruiseñores. Muchas formas toman las almas para entrar en el Corazón, pero pocas consiguen evitar las quimeras como hace la mariposa. En su interior, los jardines se dividen y bifurcan en una eterna circunferencia que sirve de tumba a la lógica. Allí se pierden los soñadores despiertos, cobardes huidizos que son cazados por las bestias de sus delirios. La mariposa sobrevuela los jardines, rehaciendo las huellas que hizo sin pies, desandando caminos que nunca pisó.

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Nadie sabe cómo es el centro del Corazón. A todos se les presenta de forma distinta. Raíces de semillas marchitas envuelven un altar de obsidiana desde el que un gato de plata, con ojos de medianoche y estrellas frías, observa a la mariposa.

—Pregunta —le dice.

—¿Son reales?¿Las cosas que pasan aquí...los sueños... ocurren de verdad? —quiso saber por fin la mariposa.

Saltando del altar, el gato comenzó a rondarla, lamiendo y saboreando cada palabra, pero con severa autoridad.

"Un sueño es un cuento, una leyenda, un mito... Es una historia. Y tú, oh tú, hombre y mariposa insignificante, crees que el sueño no existe. ¿Acaso no tocas, saboreas, oyes, amas, corres, lloras y mueres en el sueño? Crees dominar la Tierra del Sueño, menosprecias el poder de una historia. En el sueño importa la historia, no el narrador. ¿Que si lo que ocurre aquí es cierto? Ja, poco importa si ocurre o no, los sueños son el humo y los espejos, las luces y las sombras. Cubren de flores las grietas de la verdad, se alzan cuando la Historia cae en el olvido... Tus sueños son tan reales como tú."

La risa del gato inundó el Corazón del Sueño, las estrellas sangraban y el sol se derretía.

Ella quiso volver a su capullo.

Pronto,no quedó nada más que una vela.

En ella ardían las ilusiones, las polillas, la seda fina y la mariposa.

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Ya no era domingo, la luz del nuevo día acuchillaba la ventana e iluminaba sin piedad la habitación. Ahí estaba él de nuevo. Ya se había despertado, pero no se movió.

No está seguro, no puede saberlo.

¿Es un hombre soñando ser una mariposa?

¿O una mariposa soñando ser un hombre?

¿O es, y siempre ha sido, las dos cosas?

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"¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”- Calderón de la Barca.