Días de comer techo y no bocas.
Sobones. Así es como sin duda nos definirían nuestros vecinos europeos. Nos acusan de abusar de abrazos, besos en la nariz, collejas, besos de tornillo, choques, caricias, agarrones, besos en mejilla y frente... Hasta que llegó el dichoso COVID-19. Nada como darle una corona a un virus para que españoles y españolas le deban temerosa devoción. La cuestión es que todas aquellas personas que mantengan en su corazón mínimas cantidades de responsabilidad, empatía y prudencia extremarán precauciones a la hora de establecer contacto físico con los demás. Pero claro... ¿Cómo nos queremos durante la cuarentena?
Sin duda nos encontramos en un interesante cambio de paradigma que, aunque dure solo una quincena, implicará acostumbrarnos a nuevas actitudes. Las abuelas tendrán que sobrevivir sin los besos de sus nietos, que deberán permanecer insobornables incluso ante alguna jugosa propinilla; los amantes más discretos deberán preocuparse de usar gel desinfectante antes de hacer manitas y los más descarados aprenderán que entre dos mascarillas no hay espacio para sus lenguas. Pero no todo es pesimismo, puede que las vidas sentimentales de muchos estén a punto de dar un importante vuelco. ¿Podré enamorarme de la reponedora de papel higiénico del Mercadona?¿Será la cuarentena el momento en que los tímidos conquisten corazones vía Instagram? ¿Dónde buscarán afecto los hinchas del fútbol que ya no podrán abrazarse a quienes comparten su camiseta si su equipo marcaba gol?¿Cómo de larga es la vida útil de un Satisfyer?
Por supuesto no faltan las recomendaciones de expertos y autoridades. Se han propuesto diversos sustitutos al apretón de manos: desde chocar los codos, creyéndonos Michael Jordan intentando evitar el robo del balón, hasta, como propuso la canciller alemana Angela Merkel, una profunda mirada acompañada de una dulce sonrisa. Buena suerte evitando el contacto después de eso.
Independientemente de la medida que más os guste, está claro que para frenar la expansión de esta enfermedad es imprescindible la implicación de todos y todas. Pero no os alarméis, volverán los besos las caricias y los abrazos. Y si no os fiáis de mí, hacedle caso a Jorge Drexler.
Qué ben Asier! Sigue así!