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Tick Tock Goes The Clock

Aunque hoy sea menos hoy que ayer, mañana será más hoy que ayer



El hombre mosca (1923)


Hoy hemos perdido una hora. Más bien, nos la han robado. Nuestro día tendrá, fructíferas o no, veintitrés horas, pero no nos hemos dado cuenta. Un robo de guante blanco, sin más víctimas que el carpe diem. El golpe perfecto nos pilló con la guardia baja ¿A dónde ha ido nuestro interés por preservar nuestro tiempo? La nostalgia se atrinchera en los días pasados y la esperanza ha apadrinado a los días por venir ¿Y los días presentes? A ellos los ha tomado como rehén la monotonía. Entendiendo cada vez más que no hay peor tirano que un reloj, no puedo evitar acordarme de Jesús López.


A Jesús lo has visto ya muchas veces aunque no recuerdes su cara. Has oído su voz casi todos los años aunque se pierde rápido en el jolgorio de la fiesta. Su nombre quizás aún no te diga nada pero, sin saberlo, has seguido de cerca su trabajo toda tu vida. Jesús no lleva capa ni esmoquin ni sugerente vestido de lentejuelas. Tampoco lleva bata de médico y a salvado a más de uno de la asfixia. Él es uno de esos personajes de labor invisible pero crucial, aunque sea una vez al año y quizás por eso las televisiones no pueden resistirse a él ¿Aún no caes en quién es Jesús López? Es el relojero de la Puerta del Sol.


La misma Puerta del Sol que se regó con sangre un dos de mayo y con confeti un treinta y uno de diciembre. La misma plaza que vio perder a Valle Inclán un brazo y a Maruja Mallo el sombrero. El mismo mar de adoquines que protege un Spider-Man con sobrepeso entre ecos del "¡No Pasarán!" y el "¡Vivan las cadenas!" El mismo forum matritensen en el que hoy no resuenan los pasos de los madrileños ni los flashes de cámaras japonesas. Esta vaciada testigo de los mejores y peores tiempos es presidida, irónicamente, por un reloj. Un reloj al que también hubo que cambiarle la hora. Unas manecillas que Jesús forzó a retroceder. Aunque no hubiese nadie allí para verlo.


Puede parecer que Jesús se limita a manipular un intrincado mecanismo para hacer funcionar un reloj. Pero Jesús hace mucho más que eso. Su trabajo sirve para recordarnos que el tiempo no se detiene ni aunque creamos que sí lo hacen nuestras vidas. Nos demos cuenta o no, nos guste o no. Y es que quizás el error es vernos como relojeros de nuestro tiempo. Para el pasado que, aunque no muerto, agoniza, solo tenemos los paliativos de la idealización y para el futuro, que no está escrito, nunca encontraremos las palabras correctas. Lo cierto es que el único tiempo que en verdad tenemos es el ahora, porque no podemos cambiar la hora al reloj de nuestra vida. Quizás por eso la labor de Jesús nos recuerde que somos demasiado breves en la eternidad.



Ya sabes quién es

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8 Comments


nekane73
Mar 30, 2020

Eso siempre

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nor.cabrera
Mar 29, 2020

Además, el cuerpo puede irse arrugando, pero el espíritu se mantiene firme y renovado 😊😊😊

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nekane73
Mar 29, 2020

Yo creo que estamos en una edad muy buena, yo siempre digo: a lo mejor no sé lo que quiero, pero sé exactamente lo que NO quiero

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nor.cabrera
Mar 29, 2020

Era .. .... .y ojalá siga siendo 👍😉😊😊 con la calma que dan los años, pero con la lección de tener ganas que los jóvenes como Asier nos dan, verdad?

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nekane73
Mar 29, 2020

Norberto lo nuestro era Carpe diem, tienes razón

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