¿A qué espera para morir?
El puñal no tiene filo.
No importa la fuerza, no importa la precisión del golpe, ni siquiera importa la profundidad de la punzada.
No sangrará.
Y aún así, su cuerpo se siente atravesado por el profanador acero.
Su grito se ahoga.
Su llanto se apaga
Las rodillas claudican.
Las manos se deslizan sobre la cara de él.
El cuerpo de ella se precipita sobre las maderas del suelo.
Todo inmóvil. Todo muerto.
Menos los ojos.
Sus ojos aún no mueren.
Permanecen abiertos. A la vez atentos a la luz y oteando lo oscuro. Escudriñando a los presentes. Esperando.
Aún vive.
¿A qué espera para morir?
Sabe que no serán sus ojos los que encuentren a su asesino.
Entonces llega.
Impactante sonido.
Sonoro impacto.
Le siguen las batientes alas córvidas, ansiosas del festín.
Ya cerró los ojos.
El telón es su mortaja.
No muere con él.
No muere con el puñal.
Con el primer aplauso.
Así muere Julieta.
ALG.
Hola Asier. Acabo de ver tu link en Facebook publicado por Raquel Parso López,amiga desde la infancia en Puebla de San Julian. He entrado a fisgonear un poco y me ha sorprendido. Tienes cosas muy interesantes. Yo tb escribo, y algún criterio tengo jaja. Estaré encantado de ir leyendo los post que publiques
Un saludo
encántame!