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Yo sé por qué no quieres borrar esa conversación

Actualizado: 19 mar 2020

¿Por qué volver? ¿Por qué hacernos daño de nuevo?



"Unha vez tiven un cravo// cravado no corazón// e arrinquéimo;//mais... ¿quén pensara...?//Despóis xa non sentín máis tormentos//nin soupen qué era delor;//soupen só//que non sei qué me faltaba//en donde o cravo faltóu". Estos versos de Rosalía (de Castro, la que no fingía acento andaluz) servirían perfectamente como inscripción para el pórtico del Museo del Sufrimiento Propio de cada uno de nosotros. ¿Os preguntáis que qué es eso? Comprad el ticket para un pequeño viaje de introspección y permitidme que os haga de guía.


Si siguen conmigo por este pasillo podrán ver el banco en el que me rompieron el corazón. A su izquierda, podrán deleitarse con la almohada que secó mis lágrimas y, si prestan atención, podrán escuchar las canciones con las que no puedo evitar llorar. Ya que están de visita, no pierdan la oportunidad de descubrir nuestra exposición Las cosas que nunca tuve el valor de decirte. Todos y todas tenemos nuestro Museo del Sufrimiento Propio particular y somos visitantes habituales. Lo que cada uno tiene expuesto en su museo solo lo sabe uno mismo, aunque, en contadas ocasiones y a personas esenciales, les hacemos un pequeño tour para que, con suerte, entiendan mejor nuestras heridas, nuestros anhelos y, en definitiva, quiénes somos. Si bien cada museo es único y singular, en todos podemos encontrar una sala de altos techos y exposición permanente: La Sala de las Conversaciones Pasadas.


Hay algo dentro de nosotros que nos empuja a revivir aquellos momentos antes de que todo se estropeara, a volver a saborear la manzana para intentar olvidar su sabor a podredumbre. Es ese sentimiento, la vana esperanza de que nunca se seque el agua de un vaso medio lleno, el que nos obliga a un tumultuoso viaje al pasado a través de La Sala de las Conversaciones Pasadas. Allí encontraremos todo un catálogo promesas incumplidas, ilusiones machacadas por el tiempo, alegrías mal envejecidas, nostalgias de lo que nunca fue y risas ahogadas en el alboroto de un corazón roto. En definitiva, dolor. Mucho dolor.


¿Por qué volver entonces?¿Por qué deleitarnos con nuestra propia miseria? ¿Por qué embriagarnos del olor a fracaso? ¿Por qué hacernos daño de nuevo? Pues la respuesta nos la daba en parte Rosalía al principio del texto: porque necesitamos ese dolor. Sufrir es lo que diferencia a humanos de máquinas; aprender del sufrimiento es lo que diferencia a humanos de animales. La poeta llora del arrepentimiento por haberse arrancado el clavo del corazón, ya que no se entiende la alegría sin el dolor, la luz sin la sombra. Por eso mantenemos erigidos en nuestra memoria los Museos del Sufrimiento Propio, para recordarnos lo que hemos sido y lo que hemos superado. Los visitamos, como cualquier otro museo, para aprender, para saber de donde venimos e intentar discernir hacia donde vamos. Para entender que el pasado es útil siempre que se quede atrás.












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1 kommentar


nekane73
18 mars 2020

Siempre termino llorando, sabes qué teclas tocar

Gilla
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